Quién no ha querido, alguna vez, tener un departamento con todos los lujos? Con una cocina enorme, con un diseño abierto, habitaciones con vestidor y baño privado, entre otros detalles? Me considero una de ellas...sinceramente...y si bien los sueños son sólo eso...a veces pueden hacerse realidad en el lugar que tenemos...¿cómo? Haciendo algunas modificaciones en la unidad funcional para adaptarla a nuestra necesidades.
No siempre es posible, porque se requiere ver los planos, no tocar columnas estructurales, derribar otras paredes, adaptar los espacios...no estamos hablando de casas, sino de un DEPARTAMENTO...la situación cambia, drásticamente, y si bien se piensa que en nuestro hogar podemos hacer cualquier cosa, no es así.
Modificaciones de cierta índole, requieren de convocar a una Asamblea, y pedir la autorización del resto de los copropietarios, ya que no es pintar las paredes o empapelar un cuarto o cambiar los pisos del baño o poner un hidromasaje...se trata de modificar la estructura de una unidad funcional y esto puede significar ocasionar un perjuicio a otros vecinos.
Si tomamos en cuenta los ruidos, los trabajos necesarios, el tiempo y otros factores, la Asamblea es necesaria, ya que si se aprueba el proyecto, entonces, lo que pase después...puede ser objeto de algunas quejas pero se supone que ya han sido contempladas al momento de plantearlas en la reunión de copropietarios.
Puede ocurrir, que una vez que tenemos todo listo, y si bien el plano cambió, la superficie es la misma (metros cubiertos y descubiertos, por ejemplo) y no se requirió una modificación del Reglamento, resulta que se le ocasiona un perjuicio a un vecino, por ejemplo, porque la cocina está ahora en otro lugar y los olores impactan de otra manera....¿qué hacemos entonces?
Por lo general, los Reglamento de Copropiedad no aceptan modificaciones en las unidades funcionales, pero si son autorizadas por una Asamblea y ocasionan un perjuicio, entonces se deberá plantear esto en otra Asamblea y, de no lograr solucionarlo, citar al vecino para una mediación, en principio, y si esto tampoco resulta, lo único que resta es recurrir a la justicia y probar el perjuicio.
Este es un tema delicado que se debería poder solucionar de una manera pacífica, pero cuando nos encontramos con dos vecinos cuyos intereses son contrapuestos, el diálogo no soluciona nada y sólo un tercero imparcial puede decir qué está bien y qué no.
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