La vida de un Consorcio es un mundo pequeño. Hay Edificios que tienen pocas unidades funcionales mientras que en otros casos, pueden haber más de cien. Hay tantas personas y personalidades que, realmente, vivir en un lugar así puede tener experiencias buenas como malas. Quizá, ni conocemos a la mitad de las personas que viven salvo que pase algo que nos obligue a tocarle la puerta al vecino.
El Administrador del Consorcio es un individuo muy importante para la vida de todos, pero no tiene el poder de todo si quienes le otorgan el mandato, no se lo dan. Entonces, ¿porqué tenemos miedo a preguntar?
Muchos se han comunicado con nosotros y ante dos o tres preguntas qué hacemos, no hay una respuesta concreta porque jamás la hicieron ellos mismos. El Administrador tiene obligaciones que por ley debe cumplir y preguntar, insistir, no es molestar, sino exigir que aquellas se cumplan.
Dentro de unos días, por ejemplo, en el Consorcio donde vivo como inquilina, se realizará una Asamblea donde se deberá renovar el mandato, dar una rendición de cuentas, entre otros puntos. Tengo la suerte de que la propietaria me facilita la participación en las Asambleas y, gracias a eso, es el momento ideal para presentar mis inquietudes y quejas respecto de algunos asuntos que se están manejando incorrectamente.
Me acuerdo la primera vez que participé en una Asamblea en este edificio. Había un total desconocimiento de la ley y los procedimientos. Las decisiones se tomaban sin tener en cuenta lo que disponía el reglamento, que me tomé el tiempo de leer antes de asistir. No tuve miedo a dar mi opinión y expresar que se estaban haciendo las cosas mal. ¿Qué me iba a pasar?
Sinceramente, muchos creen que preguntar está mal o no pueden, y no es así. Cuando nos demos cuenta que el Administrador es sólo una persona que nos ofrece un servicio y debe rendir cuentas por eso, perdiendo el miedo a preguntar, más fácil será vivir en un Consorcio de Propietarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario